Episodios Nacionales

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … PRIMERA REPÚBLICA … DE CARTAGO A SAGUNTO … CÁNOVAS

Benito Pérez Galdós dedica sus tres últimos Episodios Nacionales a la descomposición y caída del régimen liberal progresista, establecido por la Revolución de 1868.

Se proclama la República, en un Congreso con mayoría monárquica. Los gobiernos republicanos se crean y caen a velocidad de vértigo. Estallan rebeliones carlistas en el Norte y republicanas federalistas en el Este.

Por detrás, Antonio Cánovas del Castillo está tejiendo la Restauración: la monarquía parlamentaria liberal. Finalmente, el régimen republicano cae, «ayudado» por los pronunciamiento militares.

LA PRIMERA REPÚBLICA

Benito Pérez Galdós escribió La Primera República, cuarta novela de la quinta serie de los Episodios Nacionales en 1911. Está dedicada al período de la Primera República española, en 1873. ​

Galdós relata la partida de Amadeo I de Saboya, tras su abdicación, y la proclamación de la República. Narra la crisis permanente del nuevo régimen, con cambios ministeriales vertiginosos, y sucesivos presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Maragall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Habla también de las insurrecciones armadas de carlistas, en el Norte, y cantonalistas, en el Sudeste.

Galdós mezcla la descripción histórica, con las aventuras fantásticas de los protagonistas simbólicos de esta quinta serie: el periodista y mujeriego Tito Liviano, como narrador y Mariclío (la musa de la Historia).

DE CARTAGO A SAGUNTO

De Cartago a Sagunto es la quinta novela de la quinta serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Fue escrita en 1911. Su título refleja episodios de la descomposición de final del régimen de la Revolución Gloriosa, en 1873 y 1874. Cartago se refiere a las insurrecciones republicanas federales que culminan en la rebelión cantonalista de Cartagena y acaban con la caída de la República. Sagunto se refiere a la proclamación de la monarquía constitucional, en dicho puerto, hecho que no se relata en este episodio.

El relato histórico es «vivido» y explicado por el narrador y protagonista de los últimos Episodios Nacionales: el periodista Tito Liviano, en consorcio con una mítica Mariclio, que representa a la musa de la Historia. Tito va explicando y viviendo estos meses convulsos, entre aventura amorosa y aventura amorosa.

Tito Liviano describe los hechos históricos, mezclando sueño y realidad, mientras deambula por lupanares de Madrid, Cartagena o Cuenca Vasco. Galdós utiliza a este personaje esperpéntico, próximo a Valle Inclán, para poner en evidencia la sociedad mojigata e hipócrita de la inminente Restauración.

Entre sueños, asiste en Cartagena a la toma de la ciudad y en Madrid a la caída del último gobierno republicano y asalto a las Cortes por la Guardia Civil. Está en Cuenca, cuando los carlistas se hacen con el control de la población, con apoyo clerical.

CÁNOVAS

Cánovas es la última novela de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y la sexta de la quinta serie. Fue escrita en 1912. Trata del período entre 1874 y 1880, desde el pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto, hasta el acuerdo de alternancia en el poder del Partido Conservador de Antonio Cánovas y el Partido Liberal de Amadeo Sagasta.

Los protagonistas son los mismos personajes de los anteriores episodios de la última serie: Tito Liviano, periodista y mujeriego, y la musa de la Historia, Mariclío. Tito, como Galdós, queda limitado por una semiceguera.

Galdós «predice», en la voz del mítico personaje de la Madre, el funcionamiento de la Restauración, que él tanto combatió:

Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearán una Nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Por último, verás que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que llamáis vuestra Santa Madre Iglesia.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … ESPAÑA SIN REY … ESPAÑA TRÁGICA … AMADEO I

Benito Pérez Galdós dedica los tres primeros episodios de la quinta serie de los Episodios Nacionales al triunfo de la «Gloriosa Revolución», y a los intentos de instaurar una monarquía parlamentaria y liberal. Intentos que fracasan, por el clima de inestabilidad y las divisiones partidistas: asesinato del General Joan Prim, Presidente del Consejo y líder de los liberales progresistas; «guerrilla» parlamentaria fratricida entre facciones liberales progresistas; y abdicación del Rey Amadeo I, elegido por las Cortes.

ESPAÑA SIN REY

Benito Pérez Galdós empieza con España sin Rey la quinta serie de sus Episodios Nacionales. Fue escrita en 1908. Su título se refiere a la España de 1869, vencedora la «Gloriosa Revolución» liberal y expulsada Isabel II. Describe ese momento: el país que no funciona; la división entre las varias facciones liberales monárquicas y republicanas; la personalidad dominante de Prim, que no logra imponerse; el juego parlamentario irresponsable.

Chocan diferentes intereses políticos y dinásticos, junto a la trama novelesca, que se entrevera con los sucesos políticos y el debate parlamentario de 1869, en los que se barrunta ya una nueva guerra carlista.

La novela alterna la trama folletinesca de la familia de Santiago Ibero (personaje secundario de la anterior serie), con momentos históricos y el retrato de protagonistas de la época.

Galdós describe, una vez más, el mal funcionamiento y el histrionismo del parlamento español, como harán tantos escritores después que él:

Aquel de larguísima barba blanca, el vivo retrato de Abraham o Moisés, es Montero Telinge, gallego él y progresista; y aquel jovenzuelo gordo y lucido de carnes es Coronel y Ortiz, entenado de Becerra… Muy cerca veréis al mismo Becerra. Más allá está Moncasi, el gran progresista aragonés. Frente por frente tenéis a Muñiz, aquel de las patillas negras; junto a él, Damato… Más arriba, mi amigo Álvaro Gil Sanz, y en la fila más baja del redondel, veis a Moreno Benítez, a Milans del Bosch, a Paúl y Angulo, a Frasco Monteverde…, los mejores amigos de Prim.

Mirad ahora por aquí abajo, tirando a la izquierda. Ahí tenéis a Cánovas, que según dicen es un gran talento: ¡lástima que no sea progresista!…

Los republicanos, son los que despiertan más curiosidad en Madrid… y en provincias no se diga… Si os ponéis en pie, podréis ver sus calvas; sus rostros, no. En lo más bajo, García López y el valiente Fernando Garrido; arriba Figueras y el Marqués de Albaida; Castelar un poquito más abajo… Arriba también, y arrimado a la derecha, se sienta Sánchez Ruano. Lástima que no hable hoy, porque había de gustaros por lo desahogado que es y la gracia que tiene… García Ruiz entra en este momento… Vedle llegar a la escalerilla… Es ese de color de pez, y el peor vestido de las Cortes… Ya sube; tras él viene Díaz Quintero, otro que tal en cuestión de ropa…

Toda esta parte la ocupan los republicanos; entre estos y los moderados, tenéis a los carcundas, Cruz Ochoa, Ortiz de Zárate y el Vinader ese, que nos está vinaderizando hace media hora y no lleva trazas de acabar.

ESPAÑA TRÁGICA

España Trágica, segunda novela de la quinta serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, fue escrita también en 1909. Continúa describiendo la situación de la España de 1869. La revolución liberal no acaba de arraigar, entre los interminables debates y zancadillas de las facciones progresistas y republicanas.

El protagonista conductor de la trama es Vicente Halconero, enfermo, tímido y bibliófilo, hijo de la Lucila protagonista femenina de anteriores episodios, paradigma de la mujer española natural, avanzada y enraizada en la realidad. Galdós describe el aprendizaje literario de Halconero, que bien pudo ser el suyo:

Casi todo el dinero que la hermosa Lucila destinaba al bolsillo particular de su primogénito, disipábalo éste en un tabuquito de la Carrera de San Jerónimo, una humilde librería, mezquino y obscuro local, que era una especie de aduana por donde recibíamos la cultura europea.

Parroquiano constante fue Vicente Halconero. Completaba el gusto de adquirir libros con el honor de encontrar en la menguada ermita o cuchitril aduanero a Castelar o a Cánovas del Castillo, arrimados al estante; a Campoamor, a Echegaray, a Gabriel Rodríguez, a don Francisco Canalejas, o bien a Pi y Margall, Giner de los Ríos, Alcántara, Calderón y otros muchos que estaban en los medios o en los principios de la fama.

Las primeras borracheras las tomó el neófito con Víctor Hugo, que en verso y prosa le entusiasmaba y enloquecía. Vino luego Lamartine con sus dramáticos Girondinos; siguieron Thiers con El Consulado y el Imperio, y Michelet con sus admirables Historias. En su fiebre de asimilación empalmaba la Filosofía con la Literatura, y tan pronto se asomaba con ardiente anhelo a la selva encantada de Balzac, La comedia humana, como se metía en el inmenso laberinto de Laurent, Historia de la Humanidad.

Impelido por intensa curiosidad, dedicose el incipiente lector a los maestros alemanes. Devoró a Goethe y Schiller; se enredó luego con Enrique Heine, Atta Troll, Reisebilder, y por esta curva germánica volvió a Francia con Teófilo Gautier, Janin, Vacquerie, que le llevaron de nuevo a la espléndida flora de Víctor Hugo. Mayores estímulos de sed ardiente le empujaron hacia Rousseau y Voltaire, de donde saltó a la constelación de la antigüedad clásica, Homero, Virgilio, Esquilo, el cual, por la mano, le condujo hacia el espléndido grupo estelario de Shakespeare, Otelo, Hamlet, Romeo y Julieta.

El espíritu del neófito se remontó, requiriendo arte y emociones de mayor vuelo. Releyó historias y poemas, y buscando con la belleza la amargura que a su alma era grata, se refugió en Werther como en una silenciosa gruta llena de maravillas geológicas, y ornada con arborizaciones parietarias de peregrina hermosura.

Galdós continúa describiendo el periodo histórico, que él ya vivió como periodista. Preocupado por la división de liberales progresistas, republicanos y socialistas, describe con dureza la poca visión y las luchas de la «izquierda» de 1869:

Los federales, como todo partido español avanzado, padecían el mal de miopía, o sea el ver de cerca mejor que de lejos. Jamás apoyaban a sus afines; en estos veían el enemigo próximo, y cerraban contra él, descuidados del enemigo lejano, que era en verdad el más temible.

El episodio describe sucesos trágicos de aquel momento, que ayudaron a descarrilar el movimiento progresista. El duelo entre dos aspirantes al trono, o el asesinato del General Juan Prim, líder de la Revolución de 1868 y del Partido Liberal Progresista, que entonces gobernaba. Con la muerte de Prim, el proyecto de monarquía constitucional empieza a hacer aguas.

En los escenarios madrileños tan gratos al novelista, Galdós describe el ambiente de violencia y enfrentamientos entre grupos políticos; el asesinato de Prim fue uno, aunque tuvo las consecuencias más graves:

Los hombres que antes vio, y otros que parecían vendedores del Mercado estaban en la calle, y enredados con la gente de la Porra, llovían garrotazos y mojicones. Parecería batalla de chicos si los disparos de revólver que se hacían no encendieran y agravaran la pelea.

En retirada iban los porros, escabulléndose por entre los cajones de la plaza. En la parte baja de esta, se avivó la lucha, con tiroteo de escopeta y gran carga de palos. Tronaron los trabucos, y la patulea, viendo cortado aquel agujero de escape, tiró en busca de otro. Nuevos trabucazos asustaron más a los fugitivos, que ya no corrían, volaban.

AMADEO I

Benito Pérez Galdós escribió Amadeo I, tercera novela de la quinta serie de sus Episodios Nacionales, en 1910. Su título hace referencia al breve reinado de Amadeo de Saboya, de 1871 a 1873. Con ella, acaba la primera fase de la «Revolución Gloriosa»: el intento de establecer en España una monarquía constitucional liberal, de inspiración europea.

Es la primera novela de los Episodios Nacionales que abandona el realismo: mezcla tiempo y espacio como en un cuento fantástico. Para esta innovación literaria Galdós crea dos nuevos personajes, no realistas. El periodista Tito Liviano, republicano, buen orador y afortunado galán en el Madrid de final de siglo; y la simbólica y todopoderosa Mariclío, personificación de la Historia de España. Ésta transforma a Tito en invisible, para que observe los acontecimientos históricos.

Clio terminó sus meditaciones diciendo: «Mal andan allá arriba. Ministros y Rey han rivalizado en torpezas. Al Rey le disculpo. Sagastinos y zorrillistas le traen mareado con sus necias enemistades por un quítame esas pajas. Los 191 votos que dieron la corona a la casa de Saboya, ¿qué se hicieron? Hanse dividido en dos bandos; viven tirándose a la cabeza todos los trastos de la Constitución. Como Don Amadeo no se imponga a esta tropa, ya puede preparar sus equipajes… Los llamados constitucionales se dividen a su vez, y por la combinación de generales andan también a repelones…

Galdós dedica páginas emotivas a la entrada en Madrid de Amadeo de Saboya, llamado por las Cortes para ser coronado rey de España, y cuyo primer acto oficial es presidir las exequias de Prim. Describe la inestabilidad política de los breves gobiernos de liberales progresistas: Ruiz Zorrilla, Sagasta, Serrano. Mientras, se produce una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra, que acaba en el convenio de Amorebieta; y una insurrección republicana y un atentado contra Amadeo.

La novela narra la abdicación del Rey y sus motivos. Acaba con la proclamación de la República, con Figueras de presidente.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … AITA TETTAUEN … CARLOS VI … LA NUMANCIA

Benito Pérez Galdós escribió tres episodios de la cuarta serie, dedicados a los intentos imperialistas españoles, a mediados del S XIX, en el reinado de Isabel II, bajo O’ Donnell primero, bajo Narváez después.

Los tres forman un alegato pacifista contra lo irracional del imperialismo y de la guerra, sea en África o en América.

AITA TETTAUEN

Aita Tettauen es la sexta novela de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós; fue escrita en 1905. Es el primero de tres episodios relacionados con la política exterior española en la segunda mitad del S XIX. 

Trama y acción histórica giran en torno a la primera guerra de prestigio española, en el Norte de Marruecos, promovida por los militares sucesivamente en el poder. Tras meses de marcha por la costa, con muchas pérdidas humanas, el ejército español tomó Tetuán y acabó dominando el Norte de Marruecos. Así se afianzó el gobierno del General O’Donnell y la presencia española en el Norte de África.

Galdós juega con las interacciones entre las tres religiones monoteístas y sus culturas, en el Norte de Marruecos: cristianismo, islamismo y judaísmo. Recoge, en sus principales personajes, las diferentes culturas, mentalidades y formas de hablar. 

La novela mezcla personajes creados por Galdós y personas históricas reales, tanto militares o periodistas españoles como caudillos musulmanes. Algunos acontecimientos se explican desde el punto de vista español, otros, desde el punto de vista marroquí. 

La trama novelesca se desarrolla alrededor del protagonista de esta cuarta serie: Juan Santiuste, y sus aventuras en África, acompañando al ejército español, e interrelacionando con musulmanes y judíos.

CARLOS VI EN LA RÀPITA

Pérez Galdós escribió Carlos VI en la Rápita, séptima novela de la Cuarta Serie de sus Episodios Nacionales en 1905. ​

Los primeros capítulos siguen el episodio anterior Aita Tettauen, y las aventuras y desventuras de los personajes desplazados al Norte de Marruecos para la guerra, y su vuelta a España.  El relato africano es escrito en el estilo enfático del anterior episodio. Muestra la influencia de Cervantes, reproduciendo la historia del Cautivo en El Quijote.

Juan Santiuste huye de Tetuán, entre lances amorosos y aventuras, y vuelve a Madrid. El marqués de Beramendi, héroe de esta cuarta serie, lo envía de espionaje a Tortosa, donde hay rumores de otra sublevación carlista. 

Esta segunda parte del episodio narra el desembarco carlista de 1860, en el Sur de Cataluña, y el fracaso de la intentona de golpe militar. Santiuste es testigo del intento de golpe militar, entre aventuras amorosas y peligros, rodeado de carlistas.

LA VUELTA AL MUNDO EN LA NUMANCIA

Galdós escribió La Vuelta al Mundo en la Numancia, séptima entrega de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales, en 1906. Ella cierra el breve ciclo dedicado a criticar la política imperialista española; esta vez, en América latina.

Recibe su título de la circunvalación del globo por el Almirante Casto Méndez Núñez, a bordo de la fragata Numancia. La novela gira en torno a la intervención española en la Guerra del Pacífico contra Perú y Chile, en la que participó la Numancia. Describe el bombardeo de Valparaíso y del Callao en 1866. 

Su protagonista Diego Ansúrez, personaje secundario de episodios anteriores,  viaja desde España, en la Numancia, a la busca de su hija «raptada». 

La gran novedad literaria de Galdós es que está ambientada en América. Muestra una imagen de América moderna, no colonial, vista a través de europeos que viven allí. 

Un español, criado entre el bullicio de los pronunciamientos, entiendo yo que oirá crecer la hierba. 

¿No has conocido que la revolución late en el Perú? Anda todavía por debajo de las sillas y de las mesas, de las camas, de los altares. 

¿No caes en la cuenta de que la razón o pretexto de los revolucionarios es el tratado con España, que la gente levantisca considera como la mayor ignominia del Perú? Este patriotismo gordo y populachero es excelente cosa para ornamentar las banderas revolucionarias en los países de sangre española… 

Tu graciosa Mara, la morenita del tipo Virgen de Murillo, discípula de las monjas, ha venido a ser una antiespañola furibunda. América es ya su patria; España, clásica, rígida y enjuta, ya no lo es. 

Te lo explicaba con una sola palabra: romanticismo. Romántico fue el amor de tu hija; al Perú vinieron a realizar su ensueño; se han casado; son riquísimos… Cuando España arroja de sí el romanticismo, América lo recoge. 

Los ideales que desechan las madres maduras son recogidos por las hijas tiernas… España coge su rueca, y se pone a hilar el pasado; tu hija hila el porvenir… en rueca de oro.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … REVOLUCIÓN DE JULIO … O’DONNELL

Benito Pérez Galdós dedica dos episodios de la Cuarta Serie a la subida al poder del General O’Donnell, encabezando, primero a los progresistas, después a los elementos más liberales y constitucionalistas de la derecha moderada. Es un momento de crecimiento económico y modernización de España. 

LA REVOLUCIÓN DE JULIO

La Revolución de Julio, cuarta novela de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, fue escrita en 1903. 

El título hace referencia a la “Vicalvarada” la rebelión militar, y posterior alzamiento popular, de Julio de 1854. Galdós describe el enfrentamiento de las tropas sublevadas al mando del General Leopoldo O’Donnell y tropas gubernamentales, cerca Vicálvaro. Puso fin a la Década Moderada (1844-1854), bajo el General Narváez, y dio paso al Bienio Progresista (1854-1856), de nuevo con el General Espartero.

Galdós recupera a José García Fajardo de “Las Tormentas del 48”, ahora Marqués de Beramendi. En su diario, narra su rocambolesca vida y los acontecimientos históricos. Se abre con el intento de regicidio del cura Merino, su prisión, juicio y ejecución. 

La novela describe el ambiente de corrupción del gobierno moderado, al que se intenta enfrentar el periodismo progresista. Narra la revuelta militar en Vicálvaro, encabezada por Leopoldo O’Donnell y el levantamiento popular en Madrid, que acaba forzando la vuelta de Espartero y los progresistas. 

Me metí en el desalojado almacén de paños de la calle de Toledo, ahora convertido en cuartel general de la plebe, depósito de armas y algo que con optimismo burlón llamábamos víveres…  

Vimos diversa gente; hombres fatigados que no podían moverse; otros que perezosos recogían objetos diversos para devolverlos a los hogares: botijos, sillas, colchones. En un rincón había heridos graves, rodeados de sus familias, que no sabían si dejarles morir allí o llevárselos a casa. Mujeres vi en actitud estoica, mujeres desesperadas… 

O’ DONNELL

Benito Pérez Galdós, escribiò O’Donnell, quinta novela de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales en 1904. Su título hace referencia al General Leopoldo O’Donnell, que encabezó la Vicalvarada, para expulsar a los moderados del poder, y lo entregó a los progresistas. 

A medio camino entre éstos y los moderados, creó la Unión Liberal y dirigió la política y el gobierno, en los años 50 y 60. 

El nombre de O’Donnell al frente de este libro significa el coto de tiempo que corresponde a los hechos y personas aquí representados. Solemos designar las cosas históricas … con el nombre de quien trajo el estado social y político … Fue O’Donnell una época … sus ideas crearon hechos públicos, y sus actos engendraron manifestaciones particulares, que adquieren unidad histórica. O’Donnell es uno de estos que acotan muchedumbres … obedientes al rabadán que los conduce a prados de hierba. O’Donnell es el rótulo de uno de los libros más extensos en que escribió sus apuntes del pasado siglo Dña. Clío de Apolo. 

Galdós prescinde del personaje conductor de la serie, Pepín Fajardo. Narración novelesca e historia quedan en manos de los apuntes de Dña. Clío de Apolo. La trama folletinesca se centra en Teresa Villaescusa, rebelde, inconformista, que lucha en este y los siguientes episodios, por ser libre y feliz. ​

El periodo se abre con el Bienio Progresista del General Espartero, tras la Vicalvarada de 1854. Después, incluye subidas y caídas de O‘Donnell y su Unión Liberal entre 1856 y 1859. Explica la segunda desamortización, en beneficio de los propietarios,  y las primeras huelgas y revueltas campesinas.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … TORMENTAS DEL 48 … NARVÁEZ … DUENDES DE LA CAMARILLA …

Benito Pérez Galdós dedicó la Cuarta Serie de sus Episodios Nacionales a la época de la mayoría de edad de Isabel II. Este período se caracteriza por la aparición de una importante clase media, nacida alrededor de la corte y de la incipiente industria, sólo preocupada por su ascenso social y por conservar el poder. La monarquía, formalmente constitucional, se debate entre Isabel II y su corte, aún con reflejos absolutistas, y los militares que dominan el ejército y, por tanto, el país. 

Las tres primeras novelas de la serie relatan los años iniciales del reinado de Isabel II, ya declarada mayor de edad. Los políticos civiles “moderados”, de la derecha liberal, no son capaces de mantener el país en funcionamiento y sucumben ante los militares conservadores. El General Nárvaez toma el poder y lo conserva, durante diez años. 

LAS TORMENTAS DEL 48

Las tormentas del 48 es la primera novela de la Cuarta Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Fue escrita en 1902. 

La acción transcurre en el turbulento año 1848 en el marco del reinado de Isabel II de España. El título se refiere a los levantamientos que sacudieron tronos en Europa y las secuelas que llegaron a España, aunque la novela no refiere estos hechos históricos.  

El episodio es narrado por José García Fajardo, protagonista del entramado folletinesco que escribe un diario, donde narra sus aventuras, que ocupan la Cuarta Serie. 

Provinciano rural de Castilla, José empieza su historia, recién llegado de Italia, donde estudió unos años. En su mundo rural de La Alcarria, vive una historia de amor. Galdós describe el mundo rural y conservador de las pequeñas ciudades del interior de Castilla. Finalmente, Fajardo se instala en Madrid, para subir en la escala social, y lo consigue, casándose con una heredera de familia rica y noble.  

Como en muchos otros de los Episodios, Galdós describe el Madrid liberal conservador isabelino de mediados del S XIX. Las clases altas adineradas e inútiles, las clases medias profesionales y los clérigos, alrededor de la aristocracia y las clases populares, que Galdós retrata magistralmente. Tiene un papel menor el clérigo Martín Merino, que más tarde intentó asesinar a Isabel II.

NARVÁEZ

Benito Pérez Galdós escribió Narváez, segunda novela de la Cuarta Serie de sus Episodios Nacionales, en 1902. Toma su nombre del General Ramón María Narváez, Primer Ministro casi permanente durante la década “moderada” del reinado de Isabel II, y cabeza del conservador Partido Liberal Moderado. Narváez, hasta ahora indiscutible líder del gobierno, ve como sus enemigos se multiplican.

José García Fajardo, protagonista de la Cuarta Serie, sigue narrando sus peripecias, en forma de diario, al tiempo describe una panorámica del Madrid de mediados del S XIX. La Reina caprichosa, la aristocracia pendiente de la corte, el poderío de Narváez y otros militares, el régimen autoritario y corrupto, las clases pudientes plutocráticas … Y unas clases media y popular, con personajes interesantes, que se debaten entre el conservadurismo más rancio y el revolucionarismo liberal más extremo. 

Fajardo ha logrado casarse con una acaudalada aristócrata. Su ascenso social es meteórico y es elegido diputado. Gran parte de la novela transcurre en La Alcarria, donde Fajardo se retira con su mujer; Galdós aprovecha para seguir describiendo la vida provinciana y semi rural de la Castilla del S XIX.  

La obra contiene entrevistas de Fajardo, convertido en mundano aristócrata por matrimonio, con la Reina y con Narváez. En ellas, Galdós describe la psicología de ambos personajes, con detalle y simpatía. 

LOS DUENDES DE LA CAMARILLA

Benito Pérez Galdós escribió Los Duendes de la Camarilla, tercera novela de la Cuarta Serie de sus Episodios Nacionales en 1903. El título hace referencia al círculo de políticos y religiosos intrigantes cercano a la joven Reina Isabel II.

La acción histórica transcurre durante la “Década Moderada”. Cae el sempiterno gobierno del General Narváez en 1851. El nuevo gobierno “civil” de Bravo Murillo estabiliza la relación con el Vaticano, a base de concesiones a la Iglesia Católica.  

Galdós deja en un segundo plano a José García Fajardo, protagonista de la Cuarta Serie. Se centra en las aventuras de Lucila Ansúrez «Cigüela», presentada como La Celtíbera, ideal prototipo de española rural, popular, gallarda. 

Es una parábola literaria de la España matriarcal, enfrentada a las fuerzas reaccionarias, representadas por otro tipo femenino: las monjas palaciegas y ultras, que tanto influían en Isabel II. 

Galdós pinta, con palabras de Lucila, al prototipo, inspirado en la muy real Sor Patrocinio, que controló a la Reina y al Gobierno, durante años:

Creo en el poder de la Madre -dijo Lucila-, creo también que sirve, pero no de balde. Si concede un favor, es a cambio de otro favor, o de que la adoren como a los santos. Cuando empezó mi martirio, fui al convento a pedir protección. La Madre no quiso recibirme. Sor Catalina me dijo que si quería protección, debía pedirla de rodillas con todas las señales del arrepentimiento, renegando de mi libertad, dejándome encerrar y corregir con remuchísima severidad… Buena cosa querían: cogerme, arrancarme el corazón y ponerme otro de papel para que sintiera lo que ellas sienten: nada… la muerte… ¡Y por casa un sepulcro!

Entre otros turbios personajes religiosos, la novela retrata al clérigo Martín Merino, que intentó asesinar a Isabel II en 1852. El Episodio se cierra con la descripción del frustrado regicidio.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … VERGARA … MONTES DE OCA … LOS AYACUCHOS … BODAS REALES

Benito Pérez Galdós dedica cuatro Episodios Nacionales de la Tercera Serie al breve apogeo “liberal progresista” -durante la Regencia del progresista General Baldomero Espartero, todavía en la minoría de Isabel II- y la caída de aquél.

La victoria del progresismo en la guerra civil contra el carlismo, el gobierno progresista y sus problemas y caída, con la vuelta al poder de la derecha liberal: los «moderados».

VERGARA

Galdós escribió Vergara en 1899. Trata del final de la guerra carlista y las negociaciones que llevaron al famoso abrazo entre los dos grandes caudillos militares de ambos bandos. Continúa la campaña militar y Espartero gana en casi todas las batallas a Maroto, ahora jefe de los carlistas. 

Sigue siendo protagonista Fernando Calpena. Alistado en el ejército isabelino del General Baldomero Espartero, será uno de los correos entre este y el carlista General Rafael Maroto.  Se relatan las dudas de Maroto: no quiere ser traidor, pero ve la guerra perdida, frente al aspirante D. Carlos,  empecinado seguir la guerra. 

En el plano novelesco, Fernando Calpena, con su amigo el cura liberal Pedro Hillo, se encuentra con el marido bilbaíno de  su antigua novia Aura y descubre que han tenido un hijo. Calpena salva a Zoilo de la cárcel, y  éste vuelve con Aura. 

En el terrero de las descripciones históricas se han destacado sucesos militares como algunas de las batallas en el Norte.

La novela culmina en el ‘simbólico abrazo’ entre ambos bandos.

Entre el río Deva y el camino de Plasencia. Allí formó muy de mañana el ejército de Espartero, y ante él fue desfilando la división castellana. 

Maroto, que parecía resucitado, a juzgar por la transformación de su continente, que recobró su gallardía, así como el rostro la expresión confiada y el color sano, ocupó su puesto; apareció con su brillante Estado Mayor el Duque de la Victoria, y recorridas las líneas, cautivando a todos con su marcial apostura y la serenidad y contento que en su rostro se reflejaban, mandó a sus soldados armar bayonetas; igual orden dio Maroto a los suyos. 

Espartero, con aquella voz incomparable que poseía la virtud de encender en los corazones la bravura, el amor, el entusiasmo y un noble espíritu de disciplina, pronunció una corta arenga y terminó con estas memorables palabras: 

Abrazaos, como yo abrazo al General de los que fueron contrarios nuestros. 

Juntáronse los dos caballos; los dos jinetes, inclinando el cuerpo uno contra otro, se enlazaron en cordial apretón de brazos. Maroto no fue el menos expresivo. 

En las filas, resonó un alarido, que parecía explosión de llanto. No eran palabras, sino un lamento, el ¡ay! del hijo pródigo al ser recibido en el paterno hogar, el ¡ay! de los hermanos que se reconocen después de larga ausencia. Era un despertar a la vida, a la razón. La guerra parecía un sueño, una estúpida pesadilla. 

La idea de unidad, de nacional grandeza, de moral parentesco entre las razas de la Península, ganó los entendimientos de castellanos y éuskaros, y no hubo más que abrazos, lágrimas de emoción, gritos de alegría, aclamaciones a Espartero, a la Constitución, a Isabel II, a Maroto, a la Religión y a la Libertad juntamente, que también estas dos matronas se dieron de pechugones en aquel solemne día.

MONTES DE OCA

Montes de Oca, octava novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós,​ fué escrita en 1900. Está dedicada al levantamiento de los generales “moderados”, liderados por el Almirante Manuel Montes de Oca, opuestos al gobierno progresista del General Baldomero Espartero. 

Este alzamiento es el primer intento de golpe de estado militar en la Historia de España. Desarrolla hechos históricos ocurridos en 1840 y 1841 en Madrid, Vitoria, Pamplona. 

En 1840, el progresista General Espartero, líder del ejército, vencedor de los carlistas, toma el poder tras la abdicación de la Reina Regente María Cristina, y se convierte en regente de la reina niña Isabel II. En 1841, la política de Espartero provocó una sublevación de los generales moderados, para instalar a la Regente de nuevo. El golpe fracasó y algunos líderes golpistas huyeron al extranjero, mientras otros fueron juzgados y fusilados.

Galdós prescinde de Fernando Calpena, en este episodio. Escoge como protagonista principal de la trama folletinesca al coronel Santiago Ibero, afecto al progresismo del General Espartero. Está enamorado de una de las hermanas de La Guardia, amigas de Calpena. 

Espartero necesita a Ibero en Madrid y no le da permiso para ir al Norte. Aquí es tentado por amigos para que entre el la sedición, que quiere derrocar al Regente Espartero, que ha acumulado todo el poder y ha perdido muy deprisa su popularidad. 

Íbero se niega a participar, aunque se ve envuelto en el ambiente de la conspiración 

Estalla la sedición, que acaudillan Montes de Oca y varios generales. Fracasa enseguida, por falta de medios y su improvisación. Tiene como escenario el País Vasco y Navarra. En Vergara, es apresado Montes de Oca y fusilado en Vitoria. Íbero es el encargado de la ejecución  y se admira de su bravura, hasta en la hora de su muerte, que Galdós describe.

LOS AYACUCHOS

Los Ayacuchos, novena novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, fue escrita en 1900. 

El título se refiere a los generales progresistas, que rodeaban al Regente y General Baldomero Espartero, a pesar de que muchos no participaron en la Batalla de Ayacucho, durante la Guerra de Independencia de Perú. 

Casi todo el episodio está en forma epistolar, ya utilizado en esta serie, por Galdós en  La Estafeta Romántica.

Galdós explica las tensiones entre liberales progresistas, apoyados por gran Bretaña y partidarios del libre comercio, que perjudicaba la industria textil española en favor de la británica; y moderados, apoyados por Francia, para seguir dirigiendo los asuntos de España a través de los Borbón  

El protagonista vuelve ser Fernando Calpena, esta vez en compañía de Santiago Íbero. Sus amigas, las damas alavesas de La Guardia, le encargan que busque a Íbero, que está en proceso de hacerse fraile, en el interior de Cataluña. 

Fernando descubre que Santiago está encerrado en un monasterio de Ripoll. Ayudado por sus contactos en Barcelona (entre ellos, el cónsul francés Lesseps) logra rescatarlo y lo devuelve a sus amigas de La Guardia.

Galdós aprovecha la estancia de Calpena en Barcelona, para describir el levantamiento de 1842. Inicialmente dirigida por las clases medias industriales, contra la liberalización del comercio textil, acaba siendo una revolución en manos de las clases populares. Las autoridades no logran contener la sublevación, que se radicaliza, y acaban bombardeando la ciudad. 

Aunque su camarilla, “Los Ayacuchos”, le apoya, el prestigio de Espartero está por los suelos y le domina el cansancio. 

BODAS REALES

Benito Pérez Galdós escribió Bodas reales, última novela de la Tercera Serie de sus Episodios Nacionales en 1900. 

El título se refiere a las bodas de Isabel II con su primo D. Francisco de Asís de Borbón, y de su hermana. Ambos matrimonios fueron objeto de complicadas negociaciones diplomáticas, con sucesivos candidatos … Unos progresistas, otros carlistas, otros apoyados por Francia o por Gran Bretaña.

El episodio narra el final de los gobiernos de progresistas de Espartero y la vuelta de los moderados al poder, con las consiguientes intrigas entre civiles y militares.

La trama viene envuelta en las peripecias de la familia Carrasco, manchegos de clase acomodada emigrados a Madrid,. Una vez más Galdós borda sus personajes de clases medias y populares, que pululan en Madrid.

Bruno Carrasco, un propietario rural progresista, padre de famila, intenta lograr una buena posición en Madrid, cuando Espartero y sus hombres son expulsados del gobierno en 1843 por los moderados. Carrasco debe decidir si antepone sus ideales y perece en el plano social u olvidar su progresismo y lograr un cargo. Al tiempo, las hijas de Carrasco buscan pareja, en la cambiante sociedad madrileña

Galdós pone sus reflexiones en boca de sus personajes, como en la descripción de la política española, del padre de familia, D. Bruno Carrasco:

Esta tarde -les dijo, rechazando con austera desgana el plato de judías con que empezaba la cena-, la sesión del Congreso ha sido de gran tumulto, y con tanto coraje se tiraron de los pelos una y otra familia de la Libertad, que ya no veo enmienda para la situación, y Dios tiene que hacer un milagro para que no se lo lleve todo la trampa. 

¿Sabéis lo que ha dicho Olózaga esta tarde en un discurso que hizo retemblar el edificio, y que ha llenado de ansiedad y de temor a los diputados y al gentío de las tribunas? Ha dicho: ¡Dios salve a la Reina, Dios salve al País! Y a cada párrafo, después de soltar cosas muy buenas, con una elocuencia que tiraba para atrás, concluía con lo mismo, que a todos nos suena en la oreja y nos sonará por mucho tiempo, como la campana de un funeral: ¡Dios salve a la Reina, Dios salve al País! 

Ya todos, Nación y Reina, partidos y pueblo, somos cosa perdida, y estamos dejados de la mano de Dios. No sé las veces que repitió ese responso tan fúnebre; lo que sé es que cuantos le oíamos estábamos con el alma en un hilo, deseando que acabase para poder tomar resuello. 

Salimos de la sesión pensando que este Gobierno no durará más que el otro, que a nuestro pobre Duque le ponen en el disparadero con tanta intriga y tantas salves y padrenuestros. Locos de alegría andan los retrógrados porque todo se les viene a la mano, y ya no hay un liberal que esté en sus cabales. 

Veo a mi D. Baldomero liándose la manta, y una de dos: o el hombre sale por manchegas, haciendo una hombrada y metiendo a tiros y trajanos en un puño, como sabe hacerlo cuando se le hinchan las narices, o tendrá que tomar el camino de Logroño y dejar a otro los bártulos de regentar. Aquí no habrá más reconciliación que la del valle de Josafat. 

Los hombres de juicio no tenemos pito que tocar en tales trapisondas. Bueno es que os vayáis preparando para irnos a escardar cebollinos en Torralba, de donde nunca debimos salir, ¡ajo! No se ha hecho este trajín de ambiciones para los hombres de campo, y al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas. 

Habréis oído en nuestra tierra que por su mal le nacieron alas a la hormiga. Por mi mal tuve ambición, y ya veis… ya veis lo que hemos sacado desde que vivimos aquí: bambolla, mayor gasto, esperanzas fallidas, los pies fríos y la cabeza caliente. No más, no más Corte, no más política, porque así regeneraré yo a España como mi abuela, y mi entendimiento, pobre de sabidurías, es rico en todo lo tocante a paja y cebada, al gobierno de mulas y a la crianza de guarros, que valen y pesan más que el mejor discurso».

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … LUCHANA … CAMPAÑA DEL MAESTRAZGO … ESTAFETA ROMÁNTICA

Sigue Pérez Galdós la Tercera Serie de sus Episodios Nacionales, con hechos importantes de la Regencia de Dña. María Cristina, madre de la Reina Isabel II, menor de edad. Sigue la Primera Guerra Carlista: en «Luchana», donde describe el segundo sitio carlista a la liberal Bilbao; y en «La Campaña del Maestrazgo», la cruel guerra de guerrillas carlistas en las montañas del Norte de Castellón y Sur de Tarragona. En «La Estafeta Romántica», sigue con los avances y retrocesos de la guerra, la imposición del liberalismo más conservador en el Gobierno y la explosión literaria del Romanticismo en España.

LUCHANA

Benito Pérez Galdós escribió Luchana, cuarta novela de la tercera serie de sus Episodios Nacionales, en 1899. Su título se refiere a la batalla de Luchana, durante el segundo sitio de Bilbao, en 1836, en la primera guerra carlista.


Galdós sigue describiendo a las clases medias vascas. En este caso, urbanas, comerciantes o industriales. Conservadoras pero no reaccionarias, tienen una postura ambivalente entre carlistas e isabelinos.

Fernando Calpena continúa como protagonista de la trama folletinesca. Esta vez, presenta un triángulo amoroso, entre Calpena, Aura Negretti y Zoilo Arratia en Bilbao, sitiado por los carlistas, hasta que el General Espartero libera la ciudad, tras la batalla de Luchana.

Calpena deja a la familia de sus amigas alavesas y se dirige hacia Bilbao, en busca de su amada Aura, que está allí refugiada con la familia Arratia, comerciantes de Bilbao y protagonistas del episodio. Por el camino, conoce al noble y anciano Beltrán de Urbaneta, mujeriego y jugador, que protagonizará el siguiente episodio. Aura cree muerto a Fernando y, presionada, acaba casándose con unos de los comerciantes Arratia.

LA CAMPAÑA DEL MAESTRAZGO

Benito Pérez Galdós escribió en 1899 La Campaña del Maestrazgo, quinta novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales. Parte importante de la primera Guerra Carlista se desarrolló en el Norte de Castellón y Sur de Tarragona, en 1834 y 1840. El gran protagonista de esta muy cruenta y muy cruel etapa fue el lider guerrillero catalán General Ramón Cabrera. ​

Fernando Calpena, protagonista de este tercera serie, no lo es de este episodio. La protagoniza D. Beltrán de Urdaneta, noble aragonés, pariente de las amigas de Calpena en Laguardia, que salió en el episodio anterior. Urbaneta, empobrecido, va al Maestrazgo a cobrar rentas que le debe un rentero de allí. Cae preso de las tropas de Cabrera y pasa mil desventuras. Protagonistas del episodio, también, son el carlista Nelet, guerrillero duro y astuto; y la monja fanática Marcela, hija del rentero de D. Beltrán.

De nuevo, Galdós describe la guerrilla reaccionaria rural, como en «Un Voluntario Realista» y la represión del Gobierno. Entonces, en Solsona, ahora en el Maestrazgo. En ambos casos, guerra, crueldad y fanatismo.

Un personaje de segunda fila explica a Urbaneta el eterno funcionamiento de las guerrillas y la contra-insurgencia; la inutilidad de todas las guerras; la ausencia de ideología:

Mis campañas no han sido más que una cacería infatigable. … Marchas penosas, hambres y trabajos mil; peleando sin cesar, no veo que el aspecto de la guerra cambie. Siempre es lo mismo: las ventajas de hoy son el descalabro de mañana. Si una columna vence aquí, otra sucumbe dos leguas más allá. Se les echa de un valle, y aparecen en otro. Salen de debajo de las piedras …

Es un duelo feroz, nunca suspendido. No se encuentra nunca al cabecilla que se busca, sino a otro que sale inesperadamente, cuando no salen dos. Así no acabamos nunca. Si no traen un ejército muy grande para ocupar todas las posiciones y pueblos … tenemos guerra para un siglo.

¿Por qué combatimos? ¡La Libertad, la Religión!… ¡Si de una y otra tenemos dosis sobrada! … ¡Los derechos de la Reina, los de D. Carlos! Cuando me pongo a desentrañar la filosofía de esta guerra, no puedo menos de echarme a reír… Acabo por convencerme de que todos estamos locos. ¿A Cabrera le importan algo los derechos de Su Majestad varón? ¿A los de acá los derechos de Su Majestad hembra?

Creo que se lucha por la dominación, por el mangoneo, por ver quién reparte el pedazo de pan, el puñado de garbanzos y el medio vaso de vino.

LA ESTAFETA ROMÁNTICA

La Estafeta Romántica, sexta novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales, fue escrita por Pérez Galdós en 1899. El título se refiere a su forma epistolar: cartas, cruzadas entre personajes importantes de la serie: Fernando Calpena, el joven romántico protagonista; su protectora, la aristócrata Pilar de Loaysa; Pedro Hillo, clérigo amigo de Calpena; y el noble aragonés Beltrán de Urdaneta.

Como en todos los Episodios Nacionales, la trama de la novela se mezcla con pasajes históricos de la España de 1837, sumida en la Guerra Carlista y las disputas entre liberales progresistas y moderados. Incluye la fracasada «Expedición Real» de D. Carlos a Madrid y la Jura de la nueva Constitución por la Regente María Cristina.

Galdós resucita, también, el mundo literario romántico madrileño. Describe el homenaje a Larra que siguió a su suicidio; y la intervención de José Zorrila, convertido en líder literario romántico:

Corrí a dar un abrazo a Zorrilla … Juntos estudiábamos en Valladolid la ciencia del Derecho … por los textos de Víctor Hugo, Walter Scott y Byron. Pero no pude llegarme a él, porque un tropel de gente le rodeaba. En esto, vi que metían en el nicho el ataúd de Larra.

Zorrilla, pálido de la emoción y del frío, temblaba recibiendo plácemes: era un nombre nuevo que allí había salido de la tierra, a punto que el pobre cuerpo del otro entraba. Yo vi en mi mente poemas y dramas que aún no se habían escrito, … que serían la obra, la fama, la gloria de aquel querido amigo de mi infancia … Desde aquel momento le admiré y le tuve por un oráculo, sin asomo de envidia.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … ZUMALACÁRREGUI … MENDIZÁBAL … DE OÑATE A LA GRANJA

Benito Pérez Galdós retomó la escritura de los Episodios Nacionales, en 1898, impulsado por el desastre del 98. ​

La Tercera Serie arranca con la Primera Guerra Carlista y la regencia de María Cristina y acaba con la boda de Isabel II. Las tres primeras novelas se centran en los líderes de ambas facciones, el carlista General Zumalacárregui y el liberal Primer Ministro Méndizabal, y en las dos cortes: la carlista de Oñate y la cristina / isabelina de Madrid y alrededores.

Galdós usa varias técnicas novelescas: monólogos, cartas, narración de tercera persona.​ Sigue habiendo un personaje principal o más habitual que aparecen en casi todas las novelas de la Tercera Serie: el romántico Fernando Calpena. ​

ZUMALACÁRREGUI

Benito Pérez Galdós escribió Zumalacárregui, primera novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales, en 1898

La acción transcurre en 1834 y 1835, primeros años de la rebelión de los carlistas, partidarios del Infante D. Carlos de Borbón, líder del absolutismo, frente al Gobierno constitucional de Isabel II y la Regencia de su madre. La novela gira alrededor de Tomás de Zumalacárregui, caudillo militar del carlismo. Describe la rebelión en el País Vasco, las batallas y la conquista del Sur de Navarra, Álava y Guipúzcoa y acaba en el sitio de Bilbao de 1835.

Para la trama novelada, Galdós no se apoya en el posterior protagonista de la Tercera Serie, sino en José Fago, aragonés de las Cinco Villas. Narra la aventuras folletinescas de este capellán al servicio del «faccioso»  D. Carlos. Sigue a Fago y su participación en varias batallas entre carlistas e isabelinos; acaba con la descripción del sitio de Bilbao, donde Zumalacárregui es herido y muere poco después. Galdós narra la batalla, su herida y muerte en este episodio.

Galdós hace hincapié en la distancia entre el general Zumalacárregui, inteligente y heroico, y la camarilla que rodea al aspirante D. Carlos, clerical, cortesana y cerril.

MENDIZÁBAL

Mendizábal es la segunda novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. La escribió en 1898.

Toma su título del político liberal progresista Juan de Dios Álvarez Mendizábal: Primer Ministro en 1835 y 1836. La novela tiene como fondo el periodo de la Desamortización, puesta en práctica por el gobierno Mendizábal y que supuso la expropiación y subasta de propiedades y bienes que estaban en manos del clero. El Ministro intenta regenerar el país; proyecta la desamortización de bienes de la Iglesia, para que el dinero pase a las arcas del Estado. Las maniobras políticas le hacen perder la mayoría parlamentaria, pero igualmente decreta la desamortización. 

La trama novelesca, desarrollada alrededor de la historia real, tiene como protagonista al joven romántico Fernando Calpena, acompañado por singulares secundarios; entre ellos, destacan su amigo Pedro Hillo, clérigo ilustrado y liberal, y Aura, mujer libre e inteligente. Calpena es vasco de misterioso origen: muy joven, llega a Madrid, y se encuentra con su vida resuelta; pero no sabe de dónde le viene el regalo.

Mendizábal toma bajo su protección a Calpena que acaba trabajando en un ministerio, también protegido por una desconocida aristócrata. Mendizábal también protege a Aura, cuya historia aprovecha Galdós para introducir a personajes de las clases medias madrileñas, como la joyera Jacoba Zahón. pronto surge el amor entre ambos jóvenes, contrariado una y otra vez.

Galdós describe, también, el ambiente literario romántico del Madrid de los 1830, con personajes como Larra o Espronceda, en el que se introduce Fernando Calpena.

DE OÑATE A LA GRANJA

De Oñate a La Granja es la tercera novela de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, escrita también en 1898.

El título alude a la localidad guipuzcoana de Oñate, donde estaba la «Corte» del pretendiente el infante D. Carlos, y el Palacio de la Granja, en Segovia cerca de Madrid, donde están la niña Isabel II y su madre la Reina Regente María Cristina. Aquí se produce el «Motín de los Sargentos» de 1836 que restaura fugazmente la Constitución de 1812 y obliga a la Regente a liberalizar el país.

Ambos escenarios sirven a Galdós para contrastar las dos Españas: la absolutista, clerical y reaccionaria carlista y la constitucional, cortesana y moderada isabelina. El capítulo recoge la complicada caída del liberal progresista Mendizábal y su sustitución por el moderado Istúriz como Primer Ministro.

Galdós analiza, con su profundidad psicológica, los círculos políticos como el de la «Corte» reaccionaria de D. Carlos.

Siguen las aventuras de Fernando Calpena, primero encarcelado y después liberado, sin motivo aparente en ambos casos. Entabla amistad con un aventurero siciliano, encargado de negociar con D. Carlos, en nombre de la Regente.

En el Norte, las tropas cristinas logran grandes victorias, mandadas por Cordova y Espartero. La Corte de Oñate debe ser evacuada. Calpena pasa numerosas aventuras, entre carlistas y cristinos; incluso rescata a unas bellas damas jóvenes alavesas, de La Guardia. Se refugia en su casa y entabla una larga amistad, que dura toda la Tercera Serie.

Con la trama alrededor de las jóvenes alavesas y su familia, Galdós inicia su descripción de las clases medias vascas, que dura varios episodios. En este caso, pequeña nobleza rural alavesa. propietaria agrícola. Conservadora pero no insurrecta ni ultra, se mantiene al margen de la guerra de carlistas e isabelinos.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … LOS APOSTÓLICOS … UN FACCIOSO MÁS Y ALGUNOS FRAILES MENOS

La Segunda Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós acaba con «Los Apostólicos» y «Un Faccioso Más y Algunos Frailes Menos». Describe los estertores del reinado absolutista de Fernando VII, las luchas cortesanas de reaccionarios contra moderados y el triunfo de éstos últimos, que apoyan a la reina niña Isabel II y la regencia de su madre Dña. María Cristina de Borbón Dos Sicilias. Empieza el convulso constitucionalismo español del S. XIX.

LOS APOSTÓLICOS

Benito Pérez Galdós escribió Los Apostólicos, penúltima novela de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales, en 1879. “Los Apostólicos» era una sociedad secreta y reaccionaria, del reinado de Fernando VII, que defendía las posturas de su hermano el infante D. Carlos, y su candidatura al trono.

Comienza en 1829, tras la entrada en Madrid de María Cristina de Borbón Dos Sicilias, última esposa de Fernando VII y madre de Isabel II.

Las conspiraciones en Palacio se multiplican. D. Carlos, apoyado por los apostólicos, presiona a su hermano, para que le nombre heredero del trono. Los liberales se coaligan con Dña. María Cristina, para que el Rey nombre heredera a su hija Isabel II.

La paralela trama melodramática de los protagonistas de esta novela se centra, en Salvador Monsalud (héroe liberal de la Segunda Serie de Episodios) y Soledad, que releva a Jenara en el protagonismo femenino. Galdós se recrea en personajes populares: Benigno Cordero, secundario antes e importante en esta novela; o el «pintoresco» Felicísimo Carnicero.

Tras el intento de golpe de Estado de D. Carlos, llamado los Sucesos de La Granja (1832), la novela se cierra con la anécdota del ministro Calomarde y la Infanta Luisa Carlota, hermana de la reina. Calomarde entregó a la Infanta el manuscrito en que el Rey moribundo reconocía a su hermano como heredero; Dña. Carlota lo rasga con furia y le dice, según Galdós:

Usted ha engañado a Su Majestad abusando de su estado moribundo; ha obrado en conformidad con su carácter, la bajeza, la doblez, la hipocresía».

Rojo como una amapola, Calomarde bajó los ojos. Aquella furibunda humillación del tiranuelo compensaba sus nueve años de insolente poder.

Ciega de furor, dejándose arrebatar de sus ímpetus de coraje, la Infanta dio algunos pasos hacia Su Excelencia, alzó el membrudo brazo, disparó la mano carnosa… ¡Plaf! Sobre los mofletes del ministro resonó la más soberana bofetada que se ha dado jamás.

Todos nos quedamos pálidos y suspensos. Calomarde se llevó la mano a la parte dolorida, y lívido, sudoroso, muerto, sólo dijo con ahogado acento: Señora, manos blancas…

No dijo más. La Infanta le volvió la espalda. Calomarde acabó para siempre como hombre político. Los apostólicos, cuando se llamaron carlistas, le despreciaron, y el execrable ministril se murió de tristeza.

Galdós describe algunas sociedades secretas de ese periodo, como Los Numantinos, cuyo objeto «era, como quien no dice nada, derrocar la tiranía. Los medios para conseguir este fin no podían ser más sencillos: matar al tirano y fundar una república a estilo griego».

UN FACCIOSO MÁS Y ALGUNOS FRAILES MENOS

Un Faccioso Más y Algunos Frailes Menos es la décima y última entrega de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Fue escrita en 1879.

El título alude al Infante D. Carlos, líder de los reaccionarios que rodeaban a su hermano Fernando VII. Se le calificaba de «faccioso» por sus conspiraciones para conseguir el trono de España que su hermano moribundo dejaba a su hija, después Isabel II. Se refiere, también, a la matanza de frailes en 1834, a los que se acusó de provocar una epidemia de cólera en Madrid.

Se inicia en el Palacio de La Granja en 1832, tras la destitución del ministro absolutista Calomarde. Transcurre en el último año de Fernando VII, el comienzo de la guerra carlista y el principio de la Regencia de María Cristina de Borbón Dos Sicilias. ​

La historia política se entreteje con la de los protagonistas de la Segunda Serie. El liberal Salvador Monsalud y el reaccionario Carlos Navarro ‘Garrote’ y su mujer Jenara Baraona y Soledad. Siguen figurando los personajes populares y de clase media, típicos de las novelas galdosianas y también de los Episodios.

EPISODIOS NACIONALES DE PÉREZ GALDÓS … EL TERROR DE 1824 … UN VOLUNTARIO REALISTA

Pérez Galdós describe el gobierno absolutista de Fernando VII, en «El Terror de 1824», donde escribe sobre la represión y el funcionamiento del Régimen, y en «Un Voluntario Realista», centrado en la rebelión ultra-reaccionaria del Norte de Cataluña, contra el gobierno absolutista, considerado excesivamente moderado.

EL TERROR DE 1824

Benito Pérez Galdós escribió El Terror de 1824 en 1877. El título se refiere a las persecuciones, detenciones y ejecuciones de liberales por el gobierno de Fernando VIII, tras la restauración absolutista.

Como en los demás Episodios, Galdós entremezcla la historia política de España y las peripecias de algunos protagonistas, algunas con fin trágico. En esta novela, se concentra en personajes populares, como el comerciante liberal Benigno Cordero y el maestro revolucionario Patricio Sarmiento; y en las dos mujeres co-protagonistas de la Segunda Serie: la dulce Soledad y la fanática reaccionaria Jenara.

Tras la intervención francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis y la derrota liberal, Galdós describe el comienzo de la Década Ominosa y la represión sufrida por el bando liberal, incluida la ejecución de Rafael del Riego, líder militar y político de los constitucionalistas, a final de 1823, entre los insultos de las clases populares madrileñas que tres años antes le había aclamado.

Pérez Galdós describe así la escena de la ejecución, cercana al esperpento de Valle Inclán:

Venían por el camino de Andalucía varias carretas precedidas y seguidas de gente de armas a pie y a caballo, y aunque no se veían sino confusos bultos a lo lejos, oíase un son a manera de quejido, el cual si al principio pareció lamentaciones de seres humanos, luego se comprendió provenía del eje de un carro, que chillaba por falta de unto. Aquel áspero lamento unido a la algazara que hizo de súbito la mucha gente salida de los paradores y ventas, formaba lúgubre concierto, más lúgubre a causa de la tristeza de la noche.

Cuando los carros estuvieron cerca, una voz acatarrada y becerril gritó: «¡Vivan las caenas! ¡viva el Rey absoluto y muera la Nación!» Respondió un bramido infernal como si a una rompieran a gritar todas las cóleras del averno, y al mismo tiempo la luz de las hachas prontamente encendidas permitió ver las terribles figuras que formaban procesión tan espantosa.

A la luz de las hachas de viento y de las linternas, las caras aumentaban en ferocidad, dibujándose más claramente en ellas la risa entre carnavalesca y fúnebre que formaba el sentido, digámoslo así, de tan extraño cuadro.

Como no había cesado de llover, el piso inundado era como un turbio espejo de lodo y basura, en cuyo cristal se reflejaban los hombres rojos, las rojas teas, los rostros ensangrentados, las bayonetas bruñidas, las ruedas cubiertas de tierra, los carros, las flacas mulas, las haraposas mujeres, el movimiento, el ir y venir, la oscilación de las linternas y hasta el barullo, los relinchos de brutos y hombres, la embriaguez inmunda, y por último, aquella atmósfera encendida, espesa, suciamente brumosa, formada por los alientos de la venganza, de la rusticidad y de la miseria.

En el segundo carro estaban presos también y heridos los compañeros de Riego, a saber: el capitán D. Mariano Bayo, el teniente coronel piamontés Virginio Vicenti y el inglés Jorge Matías.

Era una horrenda mezcla de bacanal, entierro y marcha de triunfo. Oíanse bandurrias desacordes, carcajada, panderetazos, votos, ternos, kirieleisones, vivas y mueras, todo mezclado con el lenguaje carreteril, con patadas de animales (no todos cuadrúpedos) y con el cascabeleo de las colleras.

Cuando la caravana se detuvo ante el cuerpo de guardia, aumentó el ruido. La tropa formó al punto, y una nueva aclamación al Rey neto alborotó los caseríos.

UN VOLUNTARIO REALISTA

Benito Pérez Galdós escribió Un Voluntario Realista, octava novela de la Segunda Serie de los Episodios Nacionales, en 1878. El título se refiere a los líderes guerrilleros reaccionarios, que se levantaron en Cataluña contra el gobierno central en 1825.

Se desarrolla, en la Cataluña rebelde absolutista de 1827 de la «Guerra dels Malcontents» o «dels Agreujats», reaccionarios pero rebeldes contra el Gobierno absolutista central. Se centra en Solsona, una de las ciudades del interior, sometidas al levantamiento reaccionario.

La trama bélica, aventurera y folletinesca es compartida por el liberal Salvador Monsalud, protagonista de la Segunda Serie, y su medio hermano y antagonista, el reaccionario Carlos Navarro. Tienen un papel importante, en el sitio de Solsona, el bárbaro guerrillero reaccionario Pepet Argensola y la monja aristócrata Sor Teodora de Aransis, hermosa doncella que había tomado el velo.

Pérez Galdós describe, en boca de la monja aristócrata, la ideología reaccionaria y violenta de parte del clero:

Es lo que me quedaba que oír ¡Que las sectas y el imperio de los malos puedan derribarse con oraciones! ¡Que una nación invadida por herejes sea limpia por rezos de monjas!… Decir eso es vivir en el Limbo. Bueno es rezar; pero cuando el mal ha tomado proporciones y domina arriba y abajo, en el trono y en la plebe, ¿de qué valen los rezos?… ¿Por qué tantos ascos a la guerra?

La guerra impulsada y sostenida por un fin santo es necesaria, y Dios mismo no la puede condenar. ¿Cómo ha de condenarla, si Él mismo ha puesto la espada en la mano de los hombres, cuando ha sido menester? Nos asustamos de la guerra, y la vemos en toda la historia de nuestra Fe, desde que hubo un pueblo elegido.

¿No peleó Josué, no peleó Matatías gran sacerdote, no pelearon los Macabeos y el santo rey David? Bonito papel habría hecho San Fernando si en vez de arremeter espada en mano contra los moros, se hubiera puesto a rezar, esperando vencerlos con rosarios. No es tan mala la guerra, cuando un apóstol de Jesucristo se dignó tomar parte en ella, con su manto de peregrino y caballero en un caballo blanco, repartiendo tajos y pescozones.

La guerra contra infieles y herejes es santa y noble. ¡Benditos los que mueren en ella, que es como morir en olor de santidad! En el cielo hay lugar placentero destinado a los valientes que han sucumbido peleando por Dios.